Amanece bajo el cielo típicamente gris de Lima. Un humo exquisito de café y pan caliente se percibe en todas las casas. Las voces en la radio anuncian un nuevo retorno a la democracia, luego del último golpe militar. El tercero en menos de veinte años. También anuncian los próximos estrenos en el cine y que es hora de ir al colegio. Cientos de precoces limeños cargan su maletín, se despiden con un beso de su madre y parten rumbo a la escuela. Es 1963 y mientras la capital del Perú aún respira aires de burguesía, los migrantes del interior pueblan poco a poco la periferia de la ciudad. Para los chicos, lo único que importa es llegar al colegio y preguntar si alguien consiguió un nuevo disco de la naciente fiebre musical: el rock and roll.

Escena de la película 'The Wild one' (1963)
- De la escuela a los escenarios
La historia de Los Mad’s comienza precisamente aquí, en la escuela. Los hermanos Álex y Manolo Ventura estudiaban en el colegio inglés San Patricio, mientras que Bill Morgan, de familia norteamericana, hacía lo propio en el Roosevelt, un colegio dirigido por estadounidenses para niños de clase media y alta. Antes de conocerse, Manolo había formado la banda junto a Antonio Zarzar y Fernando Gadea, pero es con el ingreso de su hermano y del ‘gringo’ Bill que comenzó la locura. Las escuelas fueron el caldo de cultivo de donde saldrían la mayor cantidad de bandas de la época dorada del rock peruano. Púberes y adolescentes aburridos del mambo de Pérez Prado y del twist anglosajón, deliraban desde las butacas de cine con los movimientos pélvicos de Chuck Berry o los arrebatos de Bill Haley & The Comets.
Para 1965, Lima era, probablemente, la ciudad con más bandas de rock de Latinoamérica. La cultura del surf, el rock y las pandillas se había instalado en cada barrio de la capital, cuyas primeras consecuencias fueron bandas legendarias como Los Saicos, Los Shains, Los Belkings o Los Yorks. Álex Ventura, guitarrista de Los Mads, recuerda: “En esa época Lince era algo así como Liverpool, había una cantidad de bandas impresionante, a pocas cuadras donde yo vivía ensayaban Los Saicos, Los Beltons, Los Doltons y Los Steivos, de hecho yo iba a los ensayos de Los Saicos porque tocaban en la casa de unos amigos cuya mamá preparaba una salsa de ocopa formidable ja,ja”.
Es en esta época que convocan a Richard “Bimbo” Macedo, quien se había separado recientemente de Los Shain’s, para ocupar el puesto de baterista. Su talento y energía con la percusión le dio a Los Mad’s el engranaje que les faltaba. La cercanía del colegio Roosevelt con la cultura americana provocaba que sus alumnos consiguieran rápidamente los vinilos de larga duración de las bandas de avanzada en esos años: “nuestra mayor influencia fueron The Kinks, en esa época nadie los conocía porque en Lima estaba de moda el twist, a go-gó y las baladas… nosotros empezamos a difundir la música de esta excelente banda, ya en una segunda etapa empezamos a escuchar a Jimmy Hendrix”, dice Ventura.
1966 ve menguar la primera ola del naciente rock peruano. Le seguiría una época marcada por la psicodelia, las drogas lisérgicas y las fiestas de barrio. El gobierno del arquitecto Fernando Belaunde Terry daba la tranquilidad económica para que la sociedad limeña continuará disfrutando de sus días apacibles frente al nuevo miembro de la familia: el televisor, cuyas estaciones incluían en su programación, shows en vivo de bandas locales, tal como lo hacía la BBC con su programa Top of the Pop’s. Los Mad’s, quienes ya tocaban en fiestas del colegio y en las matinales de los cines, sonaban cada vez más entre la juventud ‘clasemediera’ de la ciudad.
- Ancón y los Rolling Stones
Para el verano de 1969, Los Mads eran un furor: “Todos los miembros dominaban sus instrumentos y la gente que nos seguía era un público extremadamente fiel y cerrado, constituidos en su mayoría por surfers y alumnos del Roosevelt (…) A nuestras fiestas no se invitaba a cualquiera. Se corría la voz solo entre amigos. Si entraba algún extraño se le hacía la ley del hielo”, dice Macedo en el excelente libro “Demoler” de Carlos Torres Rotondo.
Un año antes, un golpe de Estado perpetrado por el general Juan Velasco Alvarado, devuelve al Perú hacia la dictadura militar, esta vez, con una doctrina ultra nacionalista que condenaba toda influencia extranjera. Este hecho provocó que las concurridas matinales se trasladaran a fiestas privadas en clubes o casas de amigos. Álex Ventura lo recuerda: “la gente que iba a nuestras presentaciones era como una tribu, había ingleses, americanos, franceses, holandeses y peruanos. Cada banda tenía su territorio, los Traffic Sound tocaban en las fiestas del colegio Santa María, Doctor Weath en las del Sophianum, etc. Incluso hicimos amistad con algunos miembros de la pandilla Los Gatopardo, si había alguna bronca con nosotros ellos entraban a la pelea”.
Los Mads en una fiesta privada (1966)
Por aquel tiempo, Mick Jagger llegó a Lima junto a su compinche Keith Richards y su novia Anita Pallemberg, para darse un respiro luego de haber lanzado el estupendo y polémico álbum ‘Beggars Banquet’. Se alojaron primero en el Hotel Crillón y luego en el Hotel Bolívar, siendo expulsados de ambos por ‘comportamientos indecentes’. Tras este incidente, todo el grupo partió al balneario de Ancón donde veraneaba la clase alta limeña. Una de aquellas noches, Los Mad’s se presentarían en el Yatch Club del lugar y allí comenzaría la leyenda: “Fue algo inesperado, cuando Jagger y Richards llegaron al local estábamos tocando nuestro tema ‘Aouh Aouh’ y les encantó el ritmo y la intensidad que tenía, luego del show ambos se acercaron a Manolo (Ventura) para felicitarlo y recomendarle que nos fuéramos a Inglaterra, que contactáramos a su mánager para ayudarnos y así lo hicimos”, dice Álex, mientras pierde la mirada en el horizonte.
los stones en ancon (1969)
mick jagger y keith richards en el hotel crillon (1969)
Esta insólita circunstancia motivó a que en diciembre de ese mismo año la banda decidiera viajar a Inglaterra, no sin antes despedirse de su público con dos apoteósicos conciertos en el club Tiffany’s y en el colegio Santa Ursula. Un hecho más terminaría por confirmar que no estaban equivocados: el famoso actor y director Dennis Hopper, quien se encontraba en Perú buscando locaciones para su próxima película, fue a escucharlos esa noche y terminó apadrinando a la banda como maestro de ceremonia del recital. La juventud, enloqueció.
afiche del concierto de despedida de los mad's (1969)
- ‘Los Locos’ en Inglaterra
Para entender la trascendencia musical y el desvarío juvenil que provocaban Los Mad’s había que estar parado frente a ellos en el escenario. Más allá de las drogas, más allá de las peleas, más allá de las chicas lindas, lo que había era un grupo de talentosos músicos que invocaban a los endemoniados espíritus del garaje rock, la improvisación y la psicodelia más elevada. “El sonido de la banda se identificaba básicamente por la forma de cantar de Bill y por las genialidades de mi hermano Manolo en la guitarra. En vivo éramos increíbles: un viernes tocábamos un cover de alguna banda inglesa y al día siguiente Bill le cambiaba la letra y Manolo modificaba los acordes y la tocábamos así cambiada en el show de ese mismo día… improvisábamos de acuerdo a la vibración que nos producía el público, ver a la gente bailar era mejor que cualquier droga”, dice el guitarrista, quien luego de enviar a Londres a su hermano y a ‘Bimbo’ para confirmar la invitación, viajó junto a Morgan hacia la meca del rock.
Bajo un mismo cielo gris, Los Mad’s se reunieron al otro lado del océano, para emprender una nueva travesía. Marshal Chess y Lou Reisner, managers de los Rolling Stones, les dieron la bienvenida y les alquilaron un departamento en Shaftesbury Avenue, en el lujoso barrio del Soho londinense, apenas a dos cuadras del Picadilly Circus, epicentro de la vida nocturna. Casi de inmediato partieron a la Isla de Wight para participar en un mega festival con bandas como The Doors, Joan Baez, Jethro Tull, Leonard Cohen, entre otros. El mismo festival donde The Who haría una de sus presentaciones más incendiarias y Jimmy Hendrix cantaría por última vez. Ventura recuerda que no llegaron a tocar porque los organizadores decidieron dar preferencia a una banda de africanos llamada Osibisa, que ya era conocida en Londres y tenía algunas grabaciones, sin embargo les ofrecieron un lugar en el campamento de los músicos y tuvieron acceso privilegiado a todo el festival.
De regreso a Londres, comenzaron a tocar en clubes hoy legendarios como el Lyceum, Roadhouse o Marquee (donde años antes habían debutado unos jovenzuelos desaliñados que respondían al nombre de The Rolling Stones). “Recuerdo que tocamos en el Lyceum con Taste y King Crimson. Estuvimos con Derek & The Dominoes en su segunda presentación, aún me acuerdo del concierto, estaba cerca de la batería y veía a Jim Gordon golpear los tambores en estado de éxtasis con la baba cayéndole como un demente”, dice Macedo, quien por entonces comenzó a tener diferencias con la banda.
legendario marquee club en los 70's
- De Drum City al castillo de Mick Jagger
Caminar por Picadilly Circus era recorrer la historia del rock. Además de los bares, cines y teatros, habían muchas tiendas de instrumentos que eran visitadas por jóvenes que respondían al nombre de Ray Davies (The Kinks), Jack Bruce y Ginger Baker (Cream) o Mitch Mitchell (The Jimi Hendrix Experience). Drum City era el nombre de la tienda sobre la cual vivían Los Mad’s. Una vez y otra también, varios de estos músicos subían a visitarlos: “En esa época nadie se preocupaba en sacar fotos como ahora. Nosotros conocimos muchos músicos, Bill, por ejemplo, llegó a tocar con Jeff Beck y con Carmine Appice (Vanilla Fudge), mi hermano Manolo con Steve Winwood y Brian Davidson (Emerson, Like & Palmer), yo toqué con el líder de The Baby’s (Michael Corby), y así por el estilo”, dirá Álex, muchos años después.
los mad's junto a mitch mitchell, baterista de jimmy hendrix (1970)
La guerra de Vietnam, las revueltas estudiantiles y el movimiento hippie, seguían agitando a la juventud londinense. Por esa época, Marshal Chess, manager de los Stones, les recomendó cambiar el nombre de la banda para evitar confusiones con la revista americana MAD. Entonces surgió la palabra Molesto, que maridaba muy bien con su furiosa actitud en vivo. Chess también les asignó un estudio para sus ensayos en la calle Berdmondsey Street, el mismo lugar donde ensayaban los Stones. Bill Morgan viaja en su memoria y dice: “Nosotros ensayábamos en el sótano del estudio de los Rolling Stones, allí también ensayaban otras bandas como Cream o Procol Harum, de hecho yo pude tocar su famoso teclado, era increíble, allí nos hicimos amigos de su baterista (Barrie James Wilson). Cuando nuestro baterista se regresó a Perú, él se ofreció para reemplazarlo, incluso se sabía varios de nuestros temas. Le propusimos la idea a los managers pero no la aceptaron, nos dijeron que el baterista tenía que ser peruano así que tuvimos que buscar como locos hasta que encontramos a Manongo”.
los mad's relajados en los jardines de stargroves (1970)
manolo ventura y manongo mujica en el estudio de los stones (1970)
bill morgan en el frontins del castillo de mick jagger (1970)
Tras la salida de Richard Macedo, ingresó Manongo Mujica, un percusionista peruano más ligado al mundo del jazz. Con él grabaron un demo y algunos ensayos dentro del castillo de Mick Jagger en Stargroves. El The Rolling Stones Mobile Studio era una isla de grabación portátil dentro de un camión del cual tiraban cables a los cuartos del castillo. Allí se habían grabado los discos de Led Zeppelin III y IV, así como el ‘Sticky Fingers’ de los Stones. Los Mad's llegaron a grabar las canciones ‘Fly away’ y ‘Tumorbossa’, además de un par de temas instrumentales y algunos ensayos. Era el paraíso: “los Stones estaban en plenas grabaciones y nosotros nos metíamos al estudio a escuchar las canciones desde las cintas originales, sin voces”, dice Álex, con una sonrisa.
Sin embargo, el cambio en la formación original hizo sentir su peso. Como un reloj que pierde el compás, los intereses musicales de cada uno se fueron agravando hasta que las diferencias fueron insalvables. Para mantener la amistad intacta prefirieron dar por terminado el grupo. Estaban muy felices de haber logrado tanto éxito en tan poco tiempo, de haber tocado junto a músicos admirables, de haber vivido en Londres e incluso haber departido con los mismos Rolling Stones en su mejor momento. Era más de lo que hubiesen imaginado.
- Olvido y redención
No haber grabado ningún disco produjo que, poco a poco, aquel sueño delirante se perdiera entre las calles somnolientas de Londres y Lima. Bill Morgan y Manongo Mujica regresaron a Perú. Álex y Manolo Ventura anduvieron varios años estudiando y trabajando en Inglaterra (Álex llegó a trabajar en una tienda de ropa junto a unos desconocidos Freddy Mercury y Roger Taylor), solo volverían a Lima décadas después. “Yo creo que una de las razones por la cual las otras bandas de esa época trataron de que la gente nos olvidara fue porque cada vez que tocábamos, el público de sus fiestas se venía a la nuestra”, dice Bill con una gran risotada.
A pesar del tiempo transcurrido, el aroma de café y pan caliente renace cada mañana en las casas de Lima. Con la misma devoción, la disquera peruana Repsychled Records (artífice de la reedición de varias gemas perdidas del rock peruano de los 60 y 70), se dedicó los últimos años a recopilar y restaurar todo el material gráfico y sonoro de Los Mad’s, para ponerlo a punto en una edición especial en formato CD y vinilo, como debió haber ocurrido en su momento.
portada del disco 'molesto' editado despues de 50 años
Bill y Álex viven ahora en Estados Unidos y se visitan cada cierto tiempo para ejercitar el afecto y la memoria. Esa es la enseñanza que les dejaron todas estas experiencias: “Hubieron muy buenas bandas en esa época, todas tenían un estilo propio, había un respeto entre todos, eso es algo que hace falta, en Perú tenemos muy buenos músicos pero no se respetan, yo creo que el día que los músicos peruanos dejen de hablar de los errores de los otros, ese día las cosas serán diferentes”, pronuncia Álex Ventura, poco antes de desenfundar su vieja guitarra para improvisar algunos acordes junto a su gran amigo Bill.
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